domingo, 4 de enero de 2015

LAS DENUNCIAS FALSAS Y LA INVISIBILIDAD DE LOS NIÑOS


En ocasiones pienso que llevamos en nuestra herencia cultural reminiscencias, acerca de los sentimientos de los niños, de décadas anteriores: los años 30, 40, 50, 60, cuando era frecuente oír “los niños no sufren”, los niños no sienten”, “los niños no se dan cuenta, “ellos lo que quieren es jugar”. Estas son frases que se escuchaban a personas de aquellas épocas y que hoy día todavía, aunque con menos frecuencia o muy raramente, se escuchan comentarios como: “los niños están a lo suyo”, “son pequeños y no se enteran“. En las generaciones de padres más jóvenes (de 30, 40, 50 años) no es frecuente escuchar esto pero aunque no se dice con palabras, en ocasiones, sí se actúa delante de los niños como si estos no sintieran y como si fueran invisibles.
Me estoy refiriendo concretamente a cuando las exparejas, padres con hijos, presentan denuncias uno contra otro, una vez separados o divorciados. Unas veces las denuncias pueden ser por causas más justificadas, por ejemplo, porque no se respeta el régimen de visitas, etc. pero en otros casos son más graves, porque son denuncias falsas.
Cuando leo, escucho o me hablan de denuncias falsas pienso en la invisibilidad de los niños. Y a veces creo que los progenitores, la madre en la mayoría de los casos, cuando presentan una denuncia falsa a su expareja, pareciera que están denunciando a un hombre o mujer que están solos y aislados en el mundo, sin relación con nadie, y sin importar a nadie, y no piensan que a quien están denunciado es al padre (o a la madre) de sus hijos.
En estos casos yo me pregunto: ¿piensan, en algún momento, que cuando denuncian falsamente al padre o a la madre de sus hijos con el ánimo de hacerle mucho daño, también están haciendo daño a una de las personas que mas quieren sus hijos y que más necesitan?, ¿piensan cuando ponen una denuncia falsa que pueden llevar a una condena al padre o la madre de sus hijos sin merecerlo? Piensan realmente en el dolor, que supone para un hijo ver a su padre o a su madre, si fuera el caso, en la cárcel injustamente?, ¿Para usted ha dejado de ser una persona querida pero no para sus hijos, piensan que supone para un hijo pasar por esta vivencia?, ¿han pedido la opinión de sus hijos si tuvieran edad para ello, sobre denunciar falsamente a su padre? ¿cómo creen que deben reaccionar esos hijos después de conocer esa denuncia? ¿cómo se sentiría un adulto, uno mismo?, ¿qué relación cree que puede tener con sus hijos a partir de ese momento?.
Hay progenitores que al hacer estas denuncias esperan que los hijos no sientan enfado, ni dolor y se muestren como si esto no fuera con ellos. En algunos casos puede ser así, pero en otros los hijos sufren y se enfadan y comienzan una mala relación con quien ha hecho este agravio a su padre o su madre, porque está atentando contra las personas que ellos más quieren y que son más importantes de su vida y que si atentan contra ellas también los hijos se pueden sentir agredidos.
Pero hay que ir más allá, esta persona denunciada falsamente además de ser un padre o madre con hijos, probablemente menores; también es hijo/a y tiene padres, probablemente mayores. Una denuncia falsa, por lo tanto, no solo hace daño a la persona denunciada falsamente, sino también a unos hijos que le quieren (que también son los del denunciante) y a unos padres que le quieren también.
Siguiendo esta línea de reflexión, yo les diría a los padres, a las madres especialmente, que hay que pensar, sobre todo, que se están sentando las bases de una práctica y fijando un precedente que un día puede volverse contra el propio denunciante. ¿Han pensado si esta denuncia falsa que están poniendo, tuvieran que vivir que es su propio padre el que es denunciado falsamente por una tercera persona. Es decir, si se generaliza esta práctica, ¿Podría pasar que esto que hoy le está ocurriendo a un padre, ese padre fuera el suyo propio, el que fuera condenado injustamente?. Más aún, ¿Podría ocurrir que el día de mañana el denunciado pueda ser su propio hijo. ¿cómo se sentiría usted y qué pensaría si  dentro de unos años, es usted la madre (o el padre que también puede ocurrir) de un hombre denunciado falsamente, o la abuela o el abuelo?.
Y por último, ¿qué herencia queremos dejar a nuestros hijos, nietos,…? Nuestras acciones van construyendo los valores de nuestra sociedad. Creo que sería mucho mejor promover la comunicación, el consenso en favor del entendimiento y la cordialidad entre padres y madres y entre padres e hijos, en beneficio del mejor bienestar actual de los hijos de hoy y de las generaciones venideras y, sobre todo, que aquello que prevalezca sea la verdad.

No se duda, de que se deben poner las denuncias que sí son auténticas, que obedecen a hechos reales, pero vamos a reflexionar sobre las consecuencias y el daño emocional y moral, de poner denuncias falsas, no solo para el denunciado sino también para todas las personas importantes de su vida.
Sería bueno que se reflexionara sobre esto y cuando se hace una denuncia falsa a la expareja se ponga delante la imagen de los hijos, se piense en el daño que se les puede hacer y se les haga visibles como personas que son con sentimientos profundos hacia sus padres y, sobre todo, como seres humanos que quieren y sienten.
Psicóloga Clínica - Psicoterapeuta
web: www.idt-psicologosmadrid.es


jueves, 1 de enero de 2015

http://www.elnortedecastilla.es/segovia/201408/31/separacion-padres-dificil-entender-20140831124239.html

«La separación de los padres es muy difícil de entender a cualquier edad»

Rosa María Boa
Rosa María Boa / l. El Norte
  • Su segundo libro, ‘Parejas rotas, hijos heridos’ busca evitar el sufrimiento de los más pequeños

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–Normalmente al que ha tomado la decisión y se ponen a favor del que no la ha tomado, porque es el culpable de haber roto la familia. E incluso pueden llegar a dejar de hablarle.
–¿Y eso implicaría que los niños no quisieran ir con el otro progenitor?
–Podría ser una de las razones cuando sale de él mismo, pero a veces también es inducido por el otro progenitor al dejar la comunicación. También puede ser por prohibición externa, ya que el niño obecede a uno de ellos.
–¿Y cómo actúa uno de los padres cuando el hijo no quiere verle?
–Los padres que quieren ver a los hijos luchan por ellos y hacen todo lo que está en su mano, porque dejar la relación con los hijos es lo que más duele. Cuando el niño no quiere ir por decisión propia hablan con el otro progenitor. Hay otros que dicen que la lucha les supera y se van cuando ven que no pueden y deciden alejarse.
–¿Y la separación puede afectar a relaciones futuras al niño?
–Sí, está totalmente investigado que los hijos de padres separados tienen menos confianza en el matrimonio y en la relación. Puede ocurrir que al ser hijos que han sufrido tanto que no quieren que sus hijos pasen lo mismo que ellos.
–¿Qué ocurre después de la separación si uno de los progenitores vuelve a encontrar pareja?
–Los hijos se lo toman muy mal, porque siempre tienen la esperanza de que sus padres se vayan a juntar. Es muy frecuente escuchar a los padres que han encontrado una nueva pareja que no la aceptan. Porque aunque sus padres estén separados, piensan que es un inconveniente para que vuelvan a unirse. Es frecuente también que rompan porque los hijos se oponen.
–De todos los consejos de su libro ¿cuál es el más importante?
–Que los hijos deben estar fuera de la lucha del divorcio y deben tener libertad absoluta para poder hablarse con su padre, su madre, o sus abuelos. Y no se les debe utilizar como correos y preguntarles qué ha hecho uno o el otro. También deben contarles el motivo de la separación para que lo entiendan, ya que hay que prepararles antes del divorcio, y durante él ayudar y pedirles opinión. Los niños no se olvidan nada de la infancia, queda impregnado en su mente.
http://www.eladelantado.com/noticia/ultima/197584/parejas_rotas_hijos_heridos

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Parejas rotas, hijos heridos
Rosa María Boal presenta su nueva obra donde aborda los costes emocionales que pueden sufrir los niños durante las separaciones.
Brenda García - Segovia | 28/08/2014


  
 
 
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  La profesora de la Universidad Isabel I de Castilla es experta en traumas derivados de separaciones y divorcios. / E.A.
Rosa María Boal, natural de Chañe y profesora del Grado de Psicología en la Universidad Isabel I de Castilla, presenta su segundo libro, ‘Parejas rotas, hijos heridos’, una obra dirigida a padres, cuidadores, tutores, profesores y todas aquellas personas que cuidan a los niños.
Experta en traumas derivados de separaciones y divorcios, el libro nace de una preocupación, por parte de la escritora, por las principales víctimas de las rupturas, los niños, quienes pueden sufrir secuelas emocionales irreversibles a causa de la separación de una pareja si no se toman las medidas adecuadas. Es por ello que la obra “proporciona pautas de prevención a seguir por los padres y cuidadores para que la separación o divorcio tenga el menor coste emocional para los niños y evitar secuelas psicológicas a corto y largo plazo”, afirma la escritora.
El objetivo es informar, de forma sencilla y clara, sobre las situaciones que pueden generarse una vez que se toma la decisión de divorciarse y además, se aporta testimonios de hijos de padres separados que cuentan como vivieron la experiencia de la ruptura de sus padres.
“El lector con la obra aprenderá la importancia de pensar en los niños como grandes observadores, seres que perciben el entorno, que se sienten afectados por él; que tienen sentimientos y que de la misma manera que se sienten alegres y disfrutan cuando el entorno es saludable, también sufren cuando el entorno es hostil o como en el caso de la separación o divorcio, tienen que separarse de personas muy necesarias para su estabilidad emocional y las consecuencias emocionales que pueden tener en la infancia y en la edad adulta” explica la doctora.
Como experta en estos temas, Rosa María Boal afirma que el verano es cuando se producen el 75% de las separaciones y divorcios en España. Así, explica que aumentan los conflictos por el mayor tiempo que se pasa juntos y afloran las diferencias personales que ya tenía la pareja; en otros casos, son los problemas de infidelidad los que afloran en las vacaciones; o también porque se trata de un periodo que permite mayor reflexión y el pasar mayor tiempo juntos permite observar los propios sentimientos.
Este no es el primer libro que escribe la autora sobre el tema. En su primera obra, ‘Separación y divorcio. De la desolación al autocrecimiento’ ya habló sobre el proceso de separación de los adultos, de conocer por qué es tan dolorosa la separación, de cómo se vive el proceso y de cómo se supera.