miércoles, 1 de mayo de 2019

¿SE ESTÁ MALINTERPRETANDO LA LIBERTAD?



Estamos viviendo un momento social del derecho a la libertad de expresión, donde se promueve que las personas digan y hagan lo que quieran, poniendo en primer lugar a la persona, lo importante es ser y estar bien uno mismo, es pensar, decir y hacer lo que uno desea. La prioridad es primero yo.

Sin embargo, estas indicaciones, por otro lado importantes para alcanzar la autonomía y la autoestima sana, pueden convertirse en un enemigo que acaben con el bienestar y las buenas relaciones con las personas del entorno.

Cuando escogemos el yo, yo, y el mí, mí, yo quiero, yo deseo, yo necesito, y mis derechos, mi vida, mi satisfacción, podemos estar descuidando que el bien de los otros forme parte de nuestro bienestar. “Mis hijos tienen que aceptar que esta es mi vida” “mi pareja tiene que entender que soy libre y tengo que hacer lo que deseo” “mis padres tiene que entender que yo hago lo que quiero y no deben decirme nada” “mis amigos tienen que aceptar que yo tengo que ser libre y poder decidir lo que me guste”…

¿Hacia dónde nos puede llevar esta actitud? Si descuidamos pensar en el otro podemos incurrir en dejar al otro en un estado de carencia de amor, en una anorexia afectiva, si pensando en querernos descuidamos dar atención y afecto a los otros estamos impidiendo, por un lado, que los otros reciban cariño y, por otro lado, si no lo tienen no nos lo van a poder dar cuando lo necesitemos.

Esta actitud de quererse solo a sí mismo desatendiendo al otro, contradice lo que es querer, el amor hacia el otro, que significa respetarle, contar con él, cuidarle, pensar en hacerle feliz, ser un compañero que le evita la soledad, que le comprende, que le protege, a quien consulta las dudas, su confidente. Cuando uno se olvida del otro comienza el camino del desamor, del desapego, de la indiferencia, de la desolación…

Y esta actitud favorecerá la formación de problemas psicológicos basados en carencias afectivas. La mayoría de las alteraciones psicológicas tienen como base la ausencia de cariño. Lo que hace enfermar a las personas mentalmente es la falta de amor. Cuando un niño, adolescente o adulto siente que no es querido empieza a desarrollar problemas emocionales.

Probablemente la carencia de amor que más daño produce es la de los padres, pero un dolor similar produce el no tener el cariño de un hermano, la ausencia de amor entre la pareja... Cada día estamos viendo personas de menor edad con alteraciones psicológicas porque no se sienten queridos como necesitan, parejas rotas por falta de atención y cariño, padres que se sienten solos y tristes...

No sentirse querido es causa de inseguridad, baja autoestima, soledad, desamparo, depresión, ansiedad, fobias, adicciones… ¿En qué momento empezamos a queremos solo a nosotros y dejamos de querer a los que están a nuestro lado, nos cuidamos y nos ocupamos solo de nosotros y dejamos de cuidarles a ellos?

Debemos reflexionar sobre el sufrimiento, el dolor y la enfermedad que genera la falta de atención y cariño y de qué manera tan sencilla se puede prevenir: solo dando cuidados y AMOR a uno mismo y a los otros.

miércoles, 6 de febrero de 2019

EL AMOR QUE NO SE DA



A lo largo de los años que llevo trabajando como psicóloga he podido observar el origen de muchos problemas psicológicos, y esto me ha llevado a una conclusión ciertamente triste: “Las tumbas reciben y están llenas de corazones repletos de amor”. Llenas de amor porque a las personas nos da miedo dar ese amor, o no sabemos o no podemos ofrecerlo mientras vivimos. Amor que se lleva consigo al otro mundo porque no se ha vaciado, compartido, regalado y disfrutado con otras personas, próximas y lejanas, en esta vida.

Dicho de esta manera parece difícil de creer, pero lo cierto es que la mayoría de personas que enferman psicológicamente es porque están faltas de amor, carentes de ese afecto imprescindible para vivir feliz, no lo han recibido o percibido como lo necesitaban, y tampoco lo pueden dar y compartir con los demás.

Nos resulta más difícil decir un halago, un cuánto vales, qué inteligente eres, qué bien has hecho las cosas, cuánto te quiero, qué orgulloso/a estoy de ti, dar besos, abrazos… queremos, pero tememos manifestarlo, o no sabemos expresarlo. Y, por el contrario, nos es más fácil dar una regañina, un cachete, una desaprobación, un eres bobo o tonto, u otra descalificación destructiva.

La carencia de amor produce enfermedad mental, por el contrario, el amor previene la enfermedad y, también, es la mejor medicina para curar una alteración psicológica si esta ha aparecido.

Yo invito a exprimir el amor del corazón cada mañana y que sea un regalo para dar y compartir, para uno mismo y para los demás, y que los corazones lleguen vacíos a la tumbas, secos al otro mundo, porque se ha dejado todo en este, en el que tenemos la suerte de vivir.

¡Por la salud mental… de todos!

viernes, 25 de enero de 2019

EL AGRADECIMIENTO



El agradecimiento es un sentimiento
de reconocimiento y cariño,
de correspondencia a un afecto recibido.
Es el espejo de la solidaridad,
de pensar en el otro,
de la ayuda, de la bondad…

Agradecer entraña
un doble acto de amor:
el que tú recibes de otro,
que llega a tu corazón;
y el que a él le devuelves,
que cierra el ciclo de amor.

Es un gesto de respeto.
Premias su condición,
resaltas su generosidad,
su afecto desinteresado,
y que en hacer el bien se ha volcado.

 Agradecer es un acto de humildad.
Muestras que has recibido ayuda,
que ilimitado no eres;
que unas veces tú la das,
y tú, la necesitas otras veces.

Refleja que otros te quieren
y que contigo están.
Que puedes contar con ellos,
con su afecto,
y su amistad.

Ante el cariño recibido,
solo cabe que respondas
como una persona noble,
dando las gracias, y devolviendo
ese cariño como corresponde.

¡Gracias!, palabra que lleva en sí
amor a quien la recibe,
reconforta al que la escucha;
le dice que un bien ha hecho,
que en otro ha pensado mucho.

Y cuando has dado las gracias
la calma llevas a tu espíritu.
Sientes que has quedado en paz
con el otro y contigo mismo, y muestras
que valoras mucho lo que has recibido.

 El agradecimiento es la esencia de la bondad,
del bien hacer, del deber cumplido.
Es un gesto que acaba un ciclo:
le abre lo que tú recibes de otro,
y le cierra el agradecimiento tuyo.

Yo le pregunté:
¿Y cuando no hay agradecimiento?
Él me contestó: sientes incertidumbre,
dudas, intranquilidad;
no puedes dejar de pensar
que una deuda tienes que saldar.

Por esto, por tu buen hacer,
solo tengo para ti palabras bonitas.
Porque traes el descanso,
la conciencia dejas tranquila,
saldas las cuentas pendientes,
y el alma se llena de dicha.

Contigo viene el reposo, la serenidad,
la paz de haber hecho lo debido.
No en vano de estas bondades
un refrán ha nacido: ¡Es de bien nacidos
ser agradecidos!


Autora: Rosa María Boal Herranz